No enseñan temas meramente especulativos que no tengan una aplicación práctica para el mejoramiento de la vida de cada uno de nosotros, y también para poder ayudar a otros a vivir mejor.
Todos nosotros poseemos un caudal inmenso de energías y de potencias que habitualmente desconocemos, pero que, si sabemos sacarlo a flote y aplicarlo debidamente, nos permitirá llevar una vida plena y digna de ser vivida, queriendo decir con esto, una vida llena de realizaciones.
En el plano físico, capacitándonos para encontrar nuestra verdadera vocación y nuestra misión en la vida.
En el mundo mental, aprovechando el inmenso potencial de la mente y liberándonos de tensiones, conceptos erróneos y enfermedades mentales que, de una forma sutil o violenta, envenenan nuestro vivir y nos privan de la paz interior.
Esta filosofía de vida enseña, sobre todo, la fusión con los principios espirituales cósmicos, que capacitan a la persona para comprender el propósito de la Creación y poder sentir, así, la presencia permanente del Creador de todas las cosas, el Supremo Arquitecto del Universo, el Dios de nuestro corazón, que cada uno sentimos y comprendemos según nuestra capacidad.
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